lunes, 3 de junio de 2019

Las noches habitadas





CALIFICACIÓN: 9/10
Alma Delia Murillo nos presenta en Las noches habitadas, los sinsabores, miedos y retos que enfrentan cuatro mujeres, así como los secretos que guardan celosamente y que pueden ser su felicidad, o su destrucción.


Sinopsis:

Carlota, una adolescente con un sentido del humor mordaz que batalla con su sobrepeso iniciando dietas imposibles los lunes para incumplirlas los martes, vive angustiada por su apariencia y su virginidad. Su madre, Claudia, lejos de disfrutar de la apacible vida del hogar, se ha convertido en una mujer aprensiva y celosa, en una amante inapetente, en una profesionista frustrada. Magdalena, la vecina, es el ícono de la mujer de éxito: una alta ejecutiva segura de sí misma, cínica, talentosa y seductora, que no duda en buscar encuentros sexuales esporádicos y relaciones superficiales… aunque al llegar la noche le invade un sentimiento profundo de soledad. Como a Dalia, que atraviesa por la separación más dolorosa de su vida y que ahoga con alcohol.

Las noches habitadas, de la periodista y escritora mexicana Alma Delia Murillo, me sorprendió gratamente. Aunque tardé un poco en conectar con los personajes, una vez que los conocí mejor, me resultó una excelente lectura, llena de crudas verdades y frases devastadoras. Un reflejo de lo que somos como individuos y como sociedad, y sobre todo, un retrato de la realidad de muchas mujeres.
Una historia muy humana, intimista, con personajes atormentados que logran meterse poco a poco en el corazón del lector. 
La evolución de la trama terminó por atraparme por completo, y el final me encantó.

Si leyeron y les gustaron La carne, de Rosa Montero, o Fruta verde, de Enrique Serna, seguramente este libro también les gustará, pues son de estilos y/o temáticas parecidas.

Frases favoritas:
Nadie te dice que un hijo puede aniquilar tu relación de pareja; nadie te dice que tener una familia puede convertirte en una esclava que vive para otros y que no tiene la menor idea de qué hacer consigo misma si no es sirviendo a los demás.


Tal vez el verdadero amor se reduce a eso: a encontrar al cómplice de tu vida. 
Y el cómplice de tu vida no es precisamente tu marido; yo siento que vivo con un extraño.

Con familia y sin familia hay granadas de soledad que estallan en la mano sin aviso previo.

«Soy infiel porque no quiero ser tuya, ni tuya ni de nadie»,



Somos perros domesticados con pretensiones de bestias salvajes: al final, a todos se nos va la vida afinando la correa que nos ata; la queremos más costosa, más lujosa, más ejemplar.



No me quiero morir. (...). Sí me gusta la vida, solo tengo que entender un poco mejor de qué se trata.



¿Empezaríamos el amor si supiéramos que terminará asesinándonos? 
¿Abriríamos la puerta si supiéramos que terminaremos anhelando días pasados,
 añorando ojos amorosos que ya no miran, manos que ya no acarician, 
estallidos de sol que se fueron? 

Mi cabeza es un taladro demoniaco, un taladro de pensamientos retorcidos al servicio de un espíritu doméstico.

Arrivederci

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