lunes, 2 de diciembre de 2019

Kentukis




CALIFICACIÓN: 8/10

Un retrato sobre la enfermiza relación que con frecuencia se desarrolla entre los seres humanos y la tecnología.

Sinopsis:
Casi siempre comienza en los hogares. Ya se registran miles de casos en Vancouver, Hong Kong, Tel Aviv, Barcelona, Oaxaca, y se está propagando rápidamente a todos los rincones del mundo. Los kentukis no son mascotas, ni fantasmas, ni robots. Son ciudadanos reales, y el problema —se dice en las noticias y se comparte en las redes— es que una persona que vive en Berlín no debería poder pasearse libremente por el living de alguien que vive en Sídney; ni alguien que vive en Bangkok desayunar junto a tus hijos en tu departamento de Buenos Aires. En especial, cuando esas personas que dejamos entrar a casa son completamente anónimas.


Kentukis, la obra más reciente de la escritora argentina Samanta Schweblin, es un retrato sobre la enfermiza relación que con frecuencia se desarrolla entre los seres humanos y la tecnología, y cómo las debilidades, miedos y duras realidades se entretejen de formas perturbadoras en un mundo que nos controla y nos dirige, aunque no nos demos cuenta.


La historia está conformada por varias tramas paralelas, lo que provoca que la primera mitad del libro se sienta muy lenta, pues son demasiados personajes, ciudades y circunstancias. Pero conforme avanzamos en el libro y conocemos más a los protagonistas, el ritmo fluye mejor, a la vez que los conflictos se intensifican.

También resulta interesante cómo los usuarios de kentukis parecen dividir a la sociedad en dos grupos: los que les gusta ser kentukis, y los que prefieren tener kentukis, es decir, los voyeristas y los exhibicionistas. Y también por supuesto, se han de encontrar las personas que no encajan en ninguna de esas categorías y prefieren mantenerse lejos de esa moda, pero a ellos no los vemos en la obra. 

Algo que no me encantó fue lo descorazonador que resulta, incluso cuando parece que el argumento se dirige a buen puerto. Entiendo que la temática es así, deprimente, pero me hubiera gustado un poco de consuelo en alguna de las historias.

Kentukis es un libro que me gustó, aunque se suma a la lista de los que me han decepcionado un poco debido a que mis expectativas eran altas. Esperaba mucho más intensidad en el drama y más tensión dramática, así como una trama central, y no un conjunto de historias.

Frases favoritas:

“La inartista. Nadie, para nadie y nunca nada. La resistencia a cualquier tipo de concreción. 
Su cuerpo se interponía entre las cosas protegiéndola del riesgo de llegar, 
alguna vez, a alcanzar algo.”

"Eso era lo que había querido desde hacía unos años, mudarse de sitio, o de cuerpo, o de mundo, lo que fuera que pudiera virarse".

"No se podía contar con el sentido común de la gente, y tener un kentuki circulando por ahí era lo mismo que darle las llaves de tu casa a un desconocido".


"Nada le importaba tanto como para moverse en alguna dirección".


“¿Por qué las historias eran tan pequeñas, tan minuciosamente íntimas, mezquinas y previsibles? Tan desesperadamente humanas.”

“Quizá algunos amos hacían para sus kentukis lo que no podían hacer para sí mismos.”

"Estaba tan rígida que sentía su cuerpo crujir, y por primera vez se preguntó,
 con un miedo que casi podría quebrarla, si estaba de pie sobre un mundo
 del que realmente se pudiera escapar."

Arrivederci


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